A lo largo de la historia hombre y naciones han competido por ser
los primeros en lograr hazañas para la humanidad.
Sin embargo, pocas veces se ha dado el caso de que dos hombres se
enfrentasen a la vez al último gran desafío que le quedaba al ser humano sobre
el planeta: la conquista del Polo Sur.
Hace más de 100 años, dos hombres de diferentes países y
preparación, dos líderes, se enfrentaron en un duelo épico que se desarrolló en
la región más fría y desolada del planeta: La Antártida.
90º latitud Sur, el punto más austral de planeta Tierra, el Polo
Sur.
Todos ambicionan llegar los primeros al centro geográfico de la
Antártida, es el único lugar del planeta que queda por conquistar.
Con temperaturas máximas de -90º, vientos que pueden llegar a
soplar a 200 kilómetros/hora. El Polo Sur, un inhóspito lugar más frío que
Siberia, más seco que el Gobi y más desértico que Arabia.
Pero en el año 1909, Ronald Amundsen, un noruego y Robert Scott,
un británico, por separado a la vez prepara una expedición para conquistarlo.
Sin mapas y sin previsión meteorológica, casi a ciegas en un mundo
completamente desconocido. Sin apoyo del exterior, tan solo dependían de ellos
mismos para hacer frente a todos los imprevisto que les surgieran. Sin
comunicación posible tenían que soportar impotentes las consecuencias de sus
propias equivocaciones, de sus malas decisiones y de su mala suerte.
Solo un mar blanco de hielo,
inexplorado, sin GPS, sin la tecnología de hoy en día, sin trajes de neopreno,
ni comunicación con el reto del mundo por tierra, mar ni aire, tan solo una
brújula, alma y corazón.
Amundsen estableció su salida desde Bahía Ballenas, en la barrera de hielo de Ross.
Planificó
en secreto la expedición: seleccionó a sus integrantes, todos excelentes
esquiadores; eligió la vestimenta, que incluía trajes de piel de foca traídos
desde Groenlandia, y el calzado que utilizarían durante la travesía polar;
Encargó
116 perros siberianos, por durabilidad y fortaleza como animales de carga y
además podían servir para alimentar a otros perros y proporcionar carne fresca
para los hombres durante la expedición polar.
Compró diez trineos e instrumental científico y estudió cuál sería
la mejor dieta. Los alimentos estrella serían la carne de foca, también la de
perro, y el pemmican, un concentrado hipercalórico, inventado por los
indios de Norteamérica, a base de carne o pescado seco molido, bayas desecadas
y grasa. Amundsen incorporó verduras y harina de avena a este preparado, que
podrían comer tanto los perros como los expedicionarios.
Rober Falcon Scott, oficial y explorador de la Real Armada
Británica. Emprendió su marcha desde Isla de Ross, a unos 320 km al este desde
la posición de Amundsen.
En lo que a transporte se refería, decidió que los perros de trineo serían solo un elemento dentro de una compleja estrategia que también implicaba caballos y trineos motorizados, además de mucha mano de obra humana.
Dos conceptos diferentes de entender la exploración: por un lado,
la tecnología aportada por los británicos, que depositan todas sus esperanzas
en orugas mecanizadas y en caballos, frente a huskys siberianos,
escogidos minuciosamente por Amundsen y los suyos.
En la expedición británica, militares, científicos, gente
experimentada; en la expedición noruega un campeón de esquí, un arponero de
ballenas, un experto en perros y otro en trineos.
La travesía al Polo empezó para Amundsen el 20 de
octubre; más tarde para Scott,
el 1 de noviembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario