Cleopatra se bañaba en leche de burra, a la condesita le gustaba hacerlo con sangre............vírgen.
La condesa Elisabeth Barthory nace en 1560 en el seno de una de las familias de aristócratas más ricas de Hungría. Sólo contaba con 15 años se casa con un noble, el conde Nadasdy, gran guerrero conocido como “El Héroe Negro”, y se van a vivir en un solitario castillo en los Cárpatos.El conde no tarda en ser reclamado en una batalla, por lo que se ve obligado a dejar sola a Elizabeth.
Desde ese momento, y para distraerse de las largas ausencias de su marido, comienza a interesarse sobremanera por el esoterismo, rodeándose de una siniestra corte de brujos, hechiceros y alquimistas.
A medida que pasaban los años, la belleza que la caracterizaba se iba degradando y empieza a pedir consejo a su nuevo grupo de amigos. Éstos, le indica que el poder de la sangre y los sacrificios humanos daban muy buenos resultados en los hechizos de magia negra, y le aconseja que si se bañaba con sangre de doncella, podría conservar su belleza indefinidamente…
Una joven sirvienta estaba peinando a la Condesa, cuando accidentalmente le dio un tirón. Ésta, en un ataque de ira le propinó tal bofetada que la sangre de la doncella salpicó su mano. Al mirar la mano manchada de sangre, creyó ver que parecía más suave y blanca que el resto de la piel, llegando a la conclusión que su bruja estaba en lo cierto y que la sangre rejuvenecía los tejidos. Mandó que cortasen las venas de la aterrorizada sirvienta y que metiesen su sangre en una bañera para que pudiera bañarse en ella.
Tenía 40 años cuando creyó haber encontrado la manera de permanecer joven y guapa de nuevo. A partir de ese momento la sangre se convirtió en una obsesión. Envió a sus esbirros a secuestrar a niñas y a jóvenes, a las que engatusaba y engañaba, en otras ocasiones las secuestraban a la fuerza.
En el sótano de su castillo construyó un complicado sistema de drenaje, en el que cada gota de sangre del cuerpo de sus victimas colgadas y degolladas era recogida y depositada en una bañera. Allí recibía a diario un tonificante baño de sangre, que, en su mente perturbada le daba vigor y juventud.
Ideó también métodos para mantener a las niñas con vida durante días, provocandole heridas que luego curaba y que más adelante volvía a abrir.
En los asesinatos Elisabeth no actuó sola. Sus cómplices fueron dos de sus criadas a las que sabía recompensar, ambas fieles e igual de sanguinarias a las cuales necesitaba en todo momento.
Cuando lo dolía la cabeza, bajaba hasta el sótano para darle mordiscos a sus víctimas y masticas su carne arrancada. Los gestos de dolor de las doncellas y las gotas de sangre la calmaban enseguida. La muchachas padecía terribles tormentos y si gritaban mucho les cosían la boca.
Durante once años los campesinos aterrerados veían el carruaje negro con el emblema de la Condesa Barthory recorriendo las calles en busca de jóvenes que desaparecían misteriosamente dentro del castillo y nunca volvía a salir. Los cuerpos sin vida eran enterrados en la inmediaciones del castillo, hasta que finalmente, sea por pereza o por descuido, tan solo los arrojaban al campo para que las alimañas acabasen con ellos.
Finalmente estos pueblerinos empiezan a rondar por las inmediaciones, en dónde se encuentran con los restos de más de una docena de cuerpos sin vida. Éstos armaron una revuelta insistiendo que el castillo estaba maldito y era además una residencia de vampiros, quejándose ante el propio soberano.
Al entrar, los soldados encuentran en el gran salón del castillo un cuerpo pálido y desangrado de mujer en el suelo, otro aún con vida pero terriblemente torturada, que había sido pinchada con un objeto para extraerle la sangre, y una última ya muerta tras ser salvajemente azotada, desangrada y parcialmente quemada. En los alrededores del castillo, desentierran además otros cincuenta cadáveres.
En los calabozos, se encuentran a gran cantidad de niñas, jóvenes y mujeres aún en vida a pesar que algunos de ellos tenían señales de haber sido sangrados en numerosas ocasiones. Una vez éstos liberados, sorprenden a la Condesa y a algunos de sus brujos en una de las habitaciones del castillo en medio de uno de estos sangrientos rituales. Rápidamente son detenidos y conducidos a la prisión más cercana.
Ésta confesaría haber asesinado junto con sus hechiceros y verdugos, a más de 600 jóvenes y haberse bañado en “ese fluido cálido y viscoso” afín de conservar su “hermosura y lozanía”.
Le seducía el olor de la muerte, la tortura y las orgías lesbianas. Decía que todo lo mencionado poseía un “siniestro perfume”. Sus cómplices fueron condenados culpables, unos decapitados y otros quemados en la hoguera.
Báthory, aún contando con el privilegio de pertenecer a la nobleza y ser amiga personal del rey Húngaro, fue condenada por éste mismo a una muerte lenta: la emparedaron en el dormitorio de su castillo, dejándole una pequeña ranura por la cual le daban algunos desperdicios como comida y un poco de agua. Murió a los cuatro años de permanecer en esa tumba, sin intentar comunicarse con nadie ni pronunciar la mínima palabra. Fue una especie de suicidio, de repente dejó de tocar alimento alguno y falleció en 1614 cuando contaba con 54 años.
Documentos existentes demuestran la relación de la familia Barthory y la de Vlad Tepes “Drácula”.
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