Cuenta la leyenda, que en los bosques gallegos, en las noches de niebla sale a vagar la Santa Compaña.
Esta procesión va encabezada por un ser vivo llevando una cruz y un caldero con agua bendita. Cada fantasma lleva una luz, pero es invisible, sólo un olor a cera y un ligero viento son las señales de que está pasando la legión de espectros. Al frente va el espectro de mayor tamaño, la Estadea.
Todas las noches acompañan al vivo en procesión, pero este, cada mañana no recuerda lo sucedido, solo que está más pálido y más delgado. La luz cada noche es más intensa y a su paso no hay ruidos, los animales callan y otros huyen.
No todo el mundo puede ver a la Santa Compaña, tan sólo ciertos "dotados" poseen la facultad de verla: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición.
Habrá una serie de indicios de la proximidad de la aparición como el olor a velas surgiendo de repente, o el espanto de determinados animales: perros, gatos, caballos... que según la leyenda pueden ver esos fantasmas por algún tipo de sensibilidad especial.
En el caso de encontrarte con ellos, debes hacer lo siguiente:
Apartarse de su camino, no mirarles y hacer como que no se les ve.
Hacer un círculo con la estrella de Salomón o una cruz dentro y entrar en él.
Rezar y no escuchar su voz, Llevar encima escapularios, objetos sagrados, ajos o castañas de indias.
En último caso uno puede tirarse al suelo boca abajo y esperar que la Compaña no le pase por encima.
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