Su
influencia se acrecentó. Inocencio II dictó una bula papal por la que se les
concedía un poder ilimitado y se les declaraba una ley en sí misma,
un ejército autónomo independiente de cualquier influencia de reyes. Fueron los
predecesores de la banca moderna, concediendo incluso créditos, lo que
incrementó su influencia.
Hacia
el año 1220 la Orden
del Temple se había convertido en la organización más grande de Europa con más
de 30.000 caballeros, 9.000 encomiendas (territorios que funcionaban como un
señorío feudal), más de 50 castillos y fortalezas e incluso su propia flota de
barcos. Los templarios establecieron rutas de comercio desde Inglaterra hasta
Jerusalén y crearon casas de comercio que funcionaban como antecesores de los
actuales bancos. También comerciaban con reliquias de Tierra Santa como el óleo
del milagro de Saidnaya o trozos del Lignum Crucis (la Santa Cruz que decían
haber descubierto).
A
nivel militar sus monjes guerreros eran admirados como uno de los cuerpos mejor
entrenados y hábiles en la batalla. Participaron en todas las cruzadas por
Tierra Santa, hasta que fueron expulsados en la séptima. Tras esa derrota,
compraron la isla de Chipre donde la mayoría se retiraron .
El
rey de Francia Felipe IV convenció al Papa Clemente V para abrir un proceso
contra los Templarios. Las causas de este interés del monarca fueron las deudas
que mantenía con esta orden, y de apropiarse de los suculentos
bienes de los caballeros templarios, ya que la Corona estaba en bancarrota
y profundamente endeudada con los
Templarios, con lo que su disolución acabaría con sus problemas económicos,
además de incautar las propiedades de éstos.
Por
otro lado, Felipe IV tenía en mente un Estado centralizado autoritario y no
podía soportar la existencia de otro Estado dentro del suyo, ya que la Orden del Temple era una
unidad independiente de la monarquía.
Felipe
IV se encargó personalmente de dirigir un proceso implacable de propaganda
contra los templarios. El monarca tampoco dudó en utilizar a hermanos
predicadores para convencer a la población parisina de lo bien fundado de
dichas acusaciones, ni en escribir varias cartas para conseguir que los
gobiernas extranjeros detuviesen a tos templarios en sus propios Estados.
Los
mensajeros del rey francés Felipe el Hermoso, llevan cartas selladas y bajo
secreto instando a todos los reinos
cristianos a detener, el mismo día y a la misma hora a todos lo miembros del Temple que se encuentren en sus
territorios el viernes 13 de octubre de 1307. El Papa Clemente V no hizo nada
para no contrariar al rey francés.
En Francia, los templarios permanecerían aislados en calabozos y cualquier intento de defensa era obstaculizada de manera sistemática. Los hermanos se declararían culpables de al menos 127 cargos.
De
esta manera, los templarios, acusados de múltiples delitos (sodomía, blasfemia,
simonía…), comenzaron a ser perseguidos, torturados y asesinados.
Sin embargo, para extinguir completamente la Orden había que acabar con uno de sus mayores
símbolos: su maestre.
En aquel caso, este aciago destino tuvo que afrontarlo
Jacques Bernard de Molay, el viejo maestre fue apresado.
Así empezó un largo
proceso que duró más de siete años y en el que no faltaron innumerables
torturas. En un primer momento, Jacques de Molay aceptó los delitos de los que
se le acusaba, pero posteriormente se retractó, condenándose a sí mismo.
Mientras
el gran maestre permanecía preso, la
Orden del Temple estaba prácticamente disuelta. Los
templarios habían decidido cumplir las órdenes de Felipe IV y no osaron
rebelarse; algunos se exiliaron, otros se recluyeron en monasterios. El monarca francés veía sus deseos cumplidos,
solo le quedaba un pequeño problema por resolver: el destino de Jacques de
Molay. En un principio, el maestre sería condenado a cadena perpetua, pero tras
retractarse por última vez de sus delitos, el rey le condenó a la hoguera.
Se
les acusó de sacrilegio a la cruz, herejía, sodomía y adoración a
Baphomet, un ídolo pagano, basándose en los ritos secretos que practicaban en
sus ceremonias de iniciación.
Jacques
de Molay, junto a varios importantes caballeros de la orden, fue llevado a los
pies de Nôtre-Dame para que, delante de todo el pueblo, admitiera los crímenes
de la orden y pidiese perdón. El gran maestre recobró el valor suficiente para
negar aquellas acusaciones y maldecir a los causantes de aquella injusticia con
estas palabras:
«
"Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto
sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte.
Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por
nosotros van a sufrir. Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra
dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!... A ti, Clemente, antes
de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año..."»
El
gran maestre fue quemado en una hoguera junto a
algunos de sus caballeros. La orden fue perseguida por toda Europa hasta su
total disolución (sólo en Francia 54 de ellos murieron en la hoguera y cientos
de ellos fueron condenados a la cárcel de por vida) pero las palabras de
Jacques de Molay encontraron cumplimiento con la muerte del rey de Francia y el
papa Clemente en los plazos que el gran maestre había dado.
La
historia de los templarios sigue envuelta en el misterio. Se dice que muchos de
sus conocimientos secretos fueron adoptados por órdenes masónicas o que algunos
de ellos sobrevivieron ocultos o emigraron al nuevo mundo.
Sus grandes
riquezas nunca fueron encontradas. Se cree que pudieron ocultarse en
castillos del sur de Europa, sobre todo en Francia. Hay leyendas que les
relacionan con los cátaros ya que el primer gran maestre de la orden,
Bertrand de Blanchefort, pertenecía a la región de Occitania. Sea como fuere el
secreto de sus conocimientos herméticos y sus incalculables
tesoros se perdió para siempre y forma parte de la leyenda.
El
famoso «viernes y 13» que pasaría a ser símbolo de días aciagos tuvo lugar el
13 de octubre del 1307 con un golpe de mano que incluyó el arresto simultáneo
de los principales caballeros.
La
reconstrucción y farsa de este proceso vio la luz el 25 de octubre de 2.001
cuando las acta del archivo fueron descubiertas por error por la investigadora
Bárbara Frale en el Archivo Secreto Vaticano.
El
volumen «Processus contra Templarios» incorpora documentos originales que han
sobrevivido 700 años, un período de tiempo que muy pocos archivos en el mundo
sueñan siquiera alcanzar.
El
manuscrito perdido en el siglo XVII y que ahora se hará público en una
cuidadosa edición de sólo 799 ejemplares, es el llamado «papel de Chinon» por
haber sido escrito en Chinon, diócesis de Tours, los días 17 al 20 de agosto de
1308. Se trata de un pergamino de grandes dimensiones redactado por los tres
legados del Papa que formaban la comisión investigadora especial sobre los
Templarios: los cardenales Berenguer Fredol, Etienne de Suisy y Landolfo
Brancacci
La historia no perdona, y la publicación de las actas del proceso volverá a mostrar la injusticia cometida por el monarca aprovechando la debilidad de un papa francés, Clemente V.
Fiat Lux.
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