miércoles, 29 de enero de 2014

¿Qué buscaba Napoleón Bonaparte en Nazareth?

En el verano de 1798 más de treinta mil soldados franceses desembarcaron en Egipto al mando del general Bonaparte.

Su misión oficial era la de liberar al país del Nilo de tres siglos de dominio turco y, de paso, bloquear la navegación libre de los ingleses con sus colonias orientales.


Injustificadamente, en medio de sus operaciones militares de la conquista de Egipto y Palestina, se dirige a Tierra Santa y llegó a pasar una noche en Nazareth, como menciona en su cuaderno el 14 de Abril de 1799.

Sin embargo, el general de los ejércitos invasores parecía perseguir otro propósito más allá de lo político o lo religioso: estaba obsesionado con la idea de la inmortalidad y buscaba en Egipto la fórmula que le garantizase alcanzar la vida eterna.

Creía que los sacerdotes ancestrales del Mundo Egipcio Antiguo conocía esa fórmula, la que utilizó Isis para resucitar a Osiris o como Jesús de Nazaret hizo con Lázaro y según creencias de algunos cristianos primitivos utilizo para su propia resurrección en cuerpo físico y que no murió en la cruz de ahí que no se encontrara su cuerpo y días más tarde fuera visto por sus discípulos.

Napoleón pasó otra noche, la del 12 al 13 de agosto de 1799, en el interior de la Gran Pirámide, sólo. Jamás quiso contar a sus hombres que sucedió por qué salió pálido y asustado de sus entrañas. Después de esa noche no volvió a ser el mismo.

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