lunes, 11 de mayo de 2015

LA MALDICIÓN DEL TEATRO ROMEA

Cuenta la leyenda que una antigua maldición pesa sobre Murcia.

Corría el año 1842 cuando se iniciaron las gestiones para la construcción del teatro que los murcianos venían requiriendo. Para tal propósito se negoció la cesión de un solar contiguo al convento de Santo Domingo, y propiedad de la iglesia. En él no había más que huertos, jardines y un cementerio de frailes.

El cementerio se trasladó a otro sitio, pero un monje no contento con esta medida lanzó una maldición sobre el teatro y predijo tres incendios.
En el primero de ellos no moriría nadie, en el segundo fallecería una persona, y en el tercer incendio, cuando el teatro estuviera completo, por lo que morirían todos.


El 28 de agosto de 1857 se presentó un proyecto con un presupuesto inicial de 32.000 duros y con un aforo de entre 1300 y 1600 espectadores y la fachada debería dar a la Plaza del Espartero. Se tardaron cerca de cinco años en construir tan magno edificio.    Se inauguró con el nombre de Teatro de los Infantes, el 26 de octubre de 1862, al acto acudió la reina Isabel II.

Seis años estuvo funcionando bajo la denominación de Teatro de los Infantes, ya que el 6 de octubre de 1868, y tras el triunfo de la Revolución, el ayuntamiento decidió rebautizarlo con el nombre de Teatro de la Soberanía Popular.
Tras la muerte de Julián Romea muchas fueron las voces que se alzaron pidiendo que el teatro de la ciudad llevara el nombre de tan insigne actor murciano. Pero no sería hasta 1872 que el ayuntamiento lo cambió definitivamente por Teatro Julián Romea.

El 8 de febrero de 1877, por la noche, durante la representación de la compañía de Corominas de la obra “Como Empieza y Como Acaba”, un gran incendio acabó completamente con la sala y buena parte de las dependencias del edificio. No murió nadie.
Tres años después, y bajo la dirección del arquitecto Justo Millán, se reabría de nuevo al público. Obras de reconstrucción que se aprovecharon para remozar y mejorar las instalaciones. Así, el 11 de diciembre de 1880 se reinauguró el Teatro Romea
El 10 de diciembre de 1899, a las seis menos cuarto de la tarde, se declaró un nuevo incendio en el Teatro Romea. Según parece ser, la causa de este fue un cortocircuito. Por la noche estaba anunciada la representación de la obra, irónica casualidad, “Jugar Con Fuego”.
Las llamas devoraron todo el edificio, tan sólo quedaron en pie los muros exteriores. Y para colmo de desgracias hubo que lamentar la muerte de un joven de diecisiete años, Antonio Garrido, que cegado por el humo, cayó al foso sin poder escapar de las llamas.
Poco tiempo después se iniciaron las obras de reconstrucción que, de nuevo, se encargaron al arquitecto Justo Millán. La tercera inauguración tuvo lugar el 16 de febrero de 1901.

Nuevamente en 1985 se cerraron las puertas del Teatro Romea, aunque esta vez sin incendio previo. En esta ocasión se pretendía restaurar el viejo teatro tras 85 años. Se adecuaron y recuperaron espacios perdidos, se actualizó la maquinaria, se instaló calefacción, nuevos sistemas de iluminación, y se abrieron zonas para el público.
Esta vez, las puertas del teatro se volvieron a abrir en la noche del 7 de febrero de 1988. Y al igual que en la primera inauguración de 1862, una reina presidio el acto. En esta ocasión, la Reina Dña. Sofía.



Cuenta la historia negra que promulgaron una maldición de tres incendios sobre lo que allí se edificara. Hasta la fecha, dos incendios han privado a los murcianos de ese referente teatral como es el Romea. Según la leyenda el tercero de los incendios tendrá lugar con todo el aforo de publico al completo y sus efectos serán devastadores, motivo por el cual, y desde el segundo de los incendios, siempre se dejan sin vender una o dos entradas.

Historia perteneciente al libro Murcia, leyenda y misterio.




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