Cuenta
la leyenda que una antigua maldición pesa sobre Murcia.
Corría
el año 1842 cuando se iniciaron las gestiones para la construcción del teatro
que los murcianos venían requiriendo. Para tal propósito se negoció la cesión
de un solar contiguo al convento de Santo Domingo, y propiedad de la
iglesia. En él no había más que huertos, jardines y un cementerio de frailes.
El
cementerio se trasladó a otro sitio, pero un monje no contento con esta medida
lanzó una maldición sobre el teatro y predijo tres incendios.
En el
primero de ellos no moriría nadie, en el segundo fallecería una persona, y en
el tercer incendio, cuando el teatro estuviera completo, por lo que morirían
todos.
El 28 de
agosto de 1857 se presentó un proyecto con un presupuesto inicial de 32.000
duros y con un aforo de entre 1300 y 1600 espectadores y la fachada debería dar
a la Plaza del
Espartero. Se tardaron cerca de cinco años en construir tan magno
edificio. Se inauguró con el nombre de
Teatro de los Infantes, el 26 de octubre de 1862, al acto acudió la reina
Isabel II.
Seis
años estuvo funcionando bajo la denominación de Teatro de los Infantes, ya
que el 6 de octubre de 1868, y tras el triunfo de la Revolución , el
ayuntamiento decidió rebautizarlo con el nombre de Teatro de la Soberanía Popular.
Tras la
muerte de Julián Romea muchas fueron las voces que se alzaron pidiendo que el
teatro de la ciudad llevara el nombre de tan insigne actor murciano. Pero no
sería hasta 1872 que el ayuntamiento lo cambió definitivamente por Teatro Julián
Romea.
El 8 de
febrero de 1877, por la noche, durante la representación de la compañía de Corominas de
la obra “Como Empieza y Como Acaba”, un gran incendio acabó completamente con
la sala y buena parte de las dependencias del edificio. No murió nadie.
Tres
años después, y bajo la dirección del arquitecto Justo Millán, se reabría de
nuevo al público. Obras de reconstrucción que se aprovecharon para remozar y
mejorar las instalaciones. Así, el 11 de diciembre de 1880 se reinauguró el
Teatro Romea
El 10 de
diciembre de 1899, a
las seis menos cuarto de la tarde, se declaró un nuevo incendio en el Teatro
Romea. Según parece ser, la causa de este fue un cortocircuito. Por la noche
estaba anunciada la representación de la obra, irónica casualidad, “Jugar Con Fuego”.
Las
llamas devoraron todo el edificio, tan sólo quedaron en pie los muros
exteriores. Y para colmo de desgracias hubo que lamentar la muerte de un joven
de diecisiete años, Antonio Garrido, que cegado por el humo, cayó al foso sin
poder escapar de las llamas.
Poco
tiempo después se iniciaron las obras de reconstrucción que, de nuevo, se
encargaron al arquitecto Justo Millán. La tercera inauguración tuvo lugar el 16
de febrero de 1901.
Nuevamente
en 1985 se cerraron las puertas del Teatro Romea, aunque esta vez sin incendio
previo. En esta ocasión se pretendía restaurar el viejo teatro tras 85 años. Se
adecuaron y recuperaron espacios perdidos, se actualizó la maquinaria, se
instaló calefacción, nuevos sistemas de iluminación, y se abrieron zonas para
el público.
Esta
vez, las puertas del teatro se volvieron a abrir en la noche del 7 de febrero
de 1988. Y al igual que en la primera inauguración de 1862, una reina presidio
el acto. En esta ocasión, la
Reina Dña. Sofía.
Cuenta
la historia negra que promulgaron una maldición de tres incendios sobre lo que
allí se edificara. Hasta la fecha, dos incendios han privado a los murcianos de
ese referente teatral como es el Romea. Según la leyenda el tercero de los
incendios tendrá lugar con todo el aforo de publico al completo y sus efectos
serán devastadores, motivo por el cual, y desde el segundo de los incendios,
siempre se dejan sin vender una o dos entradas.
Historia
perteneciente al libro Murcia,
leyenda y misterio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario