martes, 4 de noviembre de 2014

PROMETEO


Desde el comienzo de los tiempos la humanidad a mirado a su alrededor haciendo preguntas que no podía contestar: ¿por qué sale el sol? ¿quién nos ha creado? ¿Por qué algo es bueno o es malo?. Cada cultura encontró sus propias explicaciones y a partir de ellas creó mitos que no solo servían como respuesta, sino que les mostraba quienes eran y como debían actuar. Nuestra cultura no ha sido diferente y nuestros mitos, la manera en la que hoy entendemos el mundo tiene un origen muy lejano…………




Hace miles de años, en los albores de nuestra civilización, los antiguos griegos crearon innumerables mitos y leyendas para dar sentido a aquello que sucedía a su alredor, imaginaron hombres capaces de volar, dioses que manejaban a su antojo las fuerzas de la naturaleza, titanes que con simples figuras de barro dieron vida a los seres humanos.
Guerras tan crueles como solo un dios podía imaginar, monstruos que asolaban la tierra, héroes legendarios capaces de combatirlos y objetos donde era posible encerrar todos los males que los humanos hubiera conocido.
Muchas de esas historias se han perdido en el devenir de los tiempos, pero algunas de ellas han llegado hasta nuestros días; historias que comienzan con el amanecer de los tiempos, mucho antes del nacimiento de los primeros hombres,  los dioses se hicieron con el control del Universo entero, pero un planeta, aquel que después se conocería como la Tierra, se hizo especial para ellos. Lucharon los inmortales por el control de sus cielos, sus mares y sus tierras; y finalmente, fue Zeus, dios de dioses quien reinó sobre todos ellos. Comenzó entonces una nueva Era, la era en la que fueron creados los primeros hombres y fue voluntad de los dioses disponer a su antojo de las vidas de aquellos seres imperfectos, así sus efímeras existencias se diluían poco a poco hasta el desparecer en el devenir de los tiempos, pero no todos lo mortales aceptaron que sus nombres fueran olvidados, algunos, trataron de desafiar su destino, para que sus hazañas y su gloria fueran recordadas hasta que el último hombre hubiera desaparecido.


Dioses y titanes luchaban por el control del Universo, innumerables batallas se sucedían en una guerra que parecía no tener fin, pero los Cíclopes y los Gigantes desequilibraron la balanza uniéndose a los ejércitos de Zeus, con su ayuda, el dios de dioses pudo desterrara a los titanes a los más profundo del averno.
Pero a pesar de su victoria, algunos titanes consiguieron escapar, y aunque la mayoría se plegó rápidamente a su voluntad, un joven titán llamado Prometeo se atrevió a desafiar su reinado.

Aquel día en que poderoso como sus antepasados, decidió retar a Zeus no mediante la lucha, sino mediante la creación. Y a partir del barro y con sus propias manos dio vida a unas nuevas criaturas a las que llamó….seres humanos.


No tardó mucho Zeus encolerizarse con aquel que había sido capaz de crear los seres más perfectos que los que él jamás pudo haber soñado. Para apaciguar la furia del dios del Olimpo, el astuto titán compareció ante Zeus, le prometió que sus criaturas le rendirían cortesía y le haría tributos ofreciéndole la mejor parte de sus alimentos, y como muestra le brindó un banquete, que sin embargo, resultó ser un nuevo desafío, pues lo que Prometeo puso sobre la mesa de el dios no fueron sino huesos y restos inservibles, Zeus cayó en el engaño y Prometeo se cobró la venganza por los titanes desafiando al dios en su propio palacio. Pero para sorpresa de Prometeo, el señor del Olimpo decidió castigar a los hombres en lugar de a él mismo quitándoles el fuego para que volviesen de nuevo a las tinieblas.

Las criaturas de Prometeo se plegarían ante su poder de una forma u otra, el dolor de ver a los humanos viviendo entre las sombras hizo que Prometeo implorara clemencia a Zeus, pero el dios se postró indiferente a sus súplicas, el titán sabía que su arrogancia y su sed de venganza habían condenado a los hombres y por amor a ellos decidió arriesgarlo todo.

Aquella misma noche, Prometeo robó para la humanidad el fuego del Olimpo haciendo saber a Zeus de una vez por todas que no estaba bajo su mando.
Ahora que había robado la luz para aquellos a los que había creado y que con su astucia y valor había engañado a Zeus, Prometeo se decidió a volver a casa. Allí encontró a su hermano Epimeteo, a quien tanto había echado de menos,


La felicidad de Prometo era completa, sus criaturas a salvo de la oscuridad podrían prosperar al margen de los caprichos y los designios de los dioses, el fuego les permitiría crear objetos con los que poder arar la tierra, construir hogares en los que pasar los fríos inviernos y armas con las que poder defenderse de las bestias que les amenazaban. Parecía que el propio Zeus había aceptado su derrota, liberando la raza de los hombres y olvidando la afrenta a la que Prometeo le había sometido, pensó entonces el titán que podía descansar satisfecho por todo lo que había logrado. Pero se equivocaba, Zeus nunca olvidaría a quien lo humilló en su propia morada, y esta vez su voluntad sería implacable.

El titán comprendió al instante que aquella criatura llamada Pandora, que había aparecido de pronto para seducir a su hermano tenía que ser una trampa tendida por Zeus. Y para que esta vez no fueran sus criaturas quienes pagaran sus pugnas con Zeus, construyó una caja en la que encerró todos los males que podían afligir a la humanidad: enfermedades, guerras, pobreza, dolor y muerte quedaría desterradas para siempre.


Cuando lo hubo conseguido trató de esconder la caja, pero no tubo tiempo de evitar que Pandora descubriese su paradero, pues Hefesto, dios herrero fue enviado por Zeus para acabar de una vez por todas con las provocaciones de Prometeo. Y aunque Epimeteo salió en defensa de su hermano fue también abatido por la descomunal fuerza del morador del Olimpo. Tan solo tuvo tiempo Prometeo de hacer jurar a su hermano que nunca nadie abriese la caja, Epimeto se despidió con la promesa de que no le fallaría, Prometo se encontraba finalmente ante su terrible destino.
Estaba apunto de encontrase con la peor de sus torturas, sería una devorado una y otra vez, durante toda la eternidad por el monstruo alado, pero había conseguido mantener a salvo de todo mal a sus queridos seres humanos. Parecía que su objetivo finalmente había sido alcanzado, pero se equivocaba.
Su hermano Epimeto había sido incapaz de mantener a Pandora, aquella criatura que le tenía cautivado, que abriera caja presa de la curiosidad liberando así todos los males conocidos.
Prometo era encadenado en la cumbre de una montaña, donde cada día un águila hambrienta le devoraba el hígado, y como era inmortal, el órgano le crecía de nuevo para ser devorado nuevamente. Prometeo condenado al dolor para toda la eternidad,  la humanidad estaba siendo condenada al sufrimiento, la enfermedad, la guerra y la muerte por la imprudencia de Pandora. Todo aquello por lo que el titán había luchado se derrumbaba.


Pero Epimeteo aún sin saberlo, pensando que había llegado demasiado tarde consiguió retener en la caja algo de lo que su hermano había creado para la humanidad, algo que ni siquiera Zeus podría arrebatarles, la Esperanza.

Y fue esa esperanza, la que el titán amigo de los hombres lo que permitió a los seres humanos vivir hasta hoy más allá del designio de los dioses.

                                                                          Fiat Lux.





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