martes, 12 de agosto de 2014

LA BATALLA POR EL CIELO (PARTE VI)


Durante la fundación del mundo, Dios creó al hombre a su propia imagen, y permitió que tuviera libre voluntad. Por lo tanto, el hombre sería probado, de hecho, lo colocó en el medio del campo de batalla. Por ello, Dios ideó un plan de guerra para derrotar a Lucifer; el no duerme jamás, su desvelo, poner a prueba sin descanso la fidelidad del ser humano para con Dios.

El hombre fracasó aquella primera prueba en la que Lucifer ganó la batalla en el Edén.
A partir de aquel momento, continuó engañando al hombre. Durante el tiempo de Noé, logró engañar al mundo. De toda la población de la Tierra, Dios solo pudo salvar ocho almas. Lucifer siguió engañando durante siglos a naciones enteras. El antiguo Egipto, Sodoma y Gomorra, el maltrato al pueblo elegido de Dios, Israel. Durante cuarenta años estuvo incitando al pueblo elegido, una batalla que a día de hoy continúa.




Dios realizó obras sobrenaturales para su gente, les rescató con milagros, le dio grandes revelaciones de amor pero Lucifer ha seguido incitando la rebelión, la idolatría y la perversión durante siglos.

Mientras él tentaba a la humanidad, algunos de sus generales seguían manteniendo una batalla celestial con los Ángeles de Dios. En un descuidó envió a Xafán. Él era el ángel más fuerte del grupo, reunió a un grupo de los Gregori e hizo jurar a cada uno no retroceder hasta haber ejecutado la misión imposible: incendiar el Cielo.


Un grupo de Potestades, que defendían las Puertas del Cielo de los ataques del mal, intentaron debilitar la ofensiva de Xafán. Dios dio instrucciones a Miguel y envió a Gabriel a reunir a todas sus huestes.
Rafael dio la señal.



          “Fue uno de los combates más gloriosos librados por el Cielo. El Trono estaba en juego.  Legiones de espíritus inmortales se levantaron en armas para recobrar su primitiva morada.
En el bando divino, el Arcángel Miguel lideraba las huestes celestiales. A su derecha, Uriel, a su izquierda Rafael y Gabriel, pero éste, como en otras ocasiones se limitó a llevar noticias del frente a las filas de la retaguardia.
La guerra se desencadenó.

Apocalipsis 8:2: “Vi a los siete Arcángeles que estaban de pie, delante de Dios, los cuales hicieron tronar sus siete trompetas”.

El primer Arcángel con la primera Trompeta, hizo caer sobre ellos granizo y fuego, este primer contacto desfiguró el cuerpo sin alma de los ángeles, ahora demonios, que se encontraban en la vanguardia.

El segundo de los Arcángeles tocó la segunda trompeta y lanzó una enorme montaña de brasas que desintegró a un buen número de ellos.
El tercer arcángel tocó la trompeta y envió a una estrella de luz cegadora, irradiaba una energía tal que hacía brotar lágrimas de los ojos de los demonios que la miraban que estos se derretían y derramaban por el borde de las escaleras de Jacob.

El cuarto Arcángel toco la cuarta trompeta que hizo aumentar el sol y sus llamas quemaron las alas de un buen número de demonios quedando varados en el limbo del Cielo a la espera de ser arrestados.
El quinto Arcángel tocó la quinta trompeta la cual forjó con el fuego del sol, la dureza de la Luna y el brillo de una estrella las llaves del pozo del Abismo.


La ocupación de Lucifer en el Cielo, le dio una ventaja estratégica, por lo cual se atrincheró y dio jaque mate a un buen número de soldados de Dios lo que hizo que tomara partida en la batalla.

El sexto Arcángel tocó la trompeta hizo clamar el grito de batallas las gargantas de miles de ángeles de Dios armados de espadas de Acero Divino, forjado con polvo de estrellas de la lanza de Dios, la más primigenia de todas, la que separó el Cielo en el Día y la Noche.
La séptimo Arcángel tocó la séptima trompeta anunciando el Apocalipsis Celestial.




La devastación fue tan grande y descomunal que se abrió el Cielo y del él salió un caballo blanco, sus ojos eran como llamas de fuego, y su cabeza tenía muchas diademas  en el que tenía escrito un nombre que nadie conocía, en su vestidura y un su muslo tenía escrito “Rey de Reyes y Señor de Señores”; le seguían los ejércitos celestiales empuñando espadas de Acero Divino que hicieron retroceder a la falange enemiga.

Una batalla atronadora se libraba hasta que una gran señal lo abrió Cielo y una lengua de fuego empujó a las bestias empujándolas a un lago de azufre que Dios había preparado para ellos .Rafaél con las llaves cerró las puertas del Abismo.


Una vez capturado, fue llevado ante Miguel para recibir su sentencia:
Isaías 24:21-22) “Serán encadenados durante setenta generaciones en el abismo del fuego, a los tormentos del encierro en una prisión eterna”.

Los soldados de Cristo cercaron las salidas con murallas infranqueables, se reestableció el orden celestial. Lucifer y  secuaces permanecieron encadenados en el lago de fuego y azufre durante mil años. Mil años en que la paz reinó sobre las tieblas. 
Pero al cumplirse el milenio........................................ Lucifer escapó.





Dios decidió tomar partido una vez más a favor de los hombres y deshacerse de Lucifer de una vez por todas. Para ello decidió enviar a su Hijo.


                                        ..........................próximamente capítulo final.

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