Como hemos visto en el
anterior post las primeras dudas sobre la muerte de Jesús aparecen durante su
detención; y es que Pilato, el procurador romano de Judea sentía cierta
simpatía hacia el maestro. Para comprender mejor esto voy a citar un texto
bíblico:
Evangelio de Juan
(19-12): “Desde este momento Pilato intentó liberarlo; pero los judíos gritaban: Si lo dejas ir, no eres amigo del César; todo
aquel que se declarara rey se declara contra el César”.
Evangelio de Mateo
(27,19): Cuando ya estaba sentado Pilato en el tribunal, su mujer le mandó
decir. “No le hagas nada a este justo, que hoy he sufrido mucho en un sueño a
causa de él”.
(27, 24): Viendo
Pilato que no conseguía nada, sino que le tumulto aún crecía, tomó agua y se
lavó las manos delante el pueblo diciendo: “Yo soy inocente de esta sangre;
vosotros veréis”.
Evidentemente Pilato no
deseaba la muerte de Jesús. Pero los judíos declararon a Jesús rebelde, ya que
deseaba llegar a ser rey. Advirtieron
a Pilato que, si lo dejaba libre sería desleal al César. Pilato que no se podía
jugar su alto cargo, solo lo quedaba la opción de ajusticiar a Jesús, de forma
que, aparentemente muerto, pudiera sin embargo seguir con vida.
Así que fijó en primer lugar
la crucifixión un viernes, a pocas horas de la puesta de sol, y a punto de caer
la noche del gran Sabbat. Especulaba Pilato
con que de acuerdo con las leyes judías, el cuerpo de Jesús no podía
permanecer en la cruz después del anochecer. Y así fue: Jesús fue bajado de la
cruz antes de caer la noche. Y es improbable que, mientras los dos ladrones que
fueron crucificados al mismo tiempo que Jesús, estaban vivos en el momento de
quebrarles las piernas los soldados, Jesús ya hubiera muerto. También en el
instante preciso aparece en escena un hombre llamado José, declarado amigo de
Pilato y persona notable de la localidad y discípulo secreto de Jesús. Este de
hombre se lleva el cuerpo de Jesús a un lugar en el que los judíos no tenían
nada que buscar.
En la misma Biblia
encontramos una referencia al hecho:
Lucas (23, 44-46):
Era ya cerca de la hora sexta cuando, tapado el sol, las tinieblas se
extendieron sobre la tierra hasta la hora nona, y el velo del templo se rasgó
por medio. Jesús con una voz vigorosa,
exclamo:
Como dice en Lucas, exclamó
con voz vigorosa, por lo tanto se puede decidir que estaba más vivo que muerto.
También leemos en,
Mateo (27,46): Y
alrededor de la hora nona, Jesús exclamó con voz fuerte: “Elí, Elí, ¿Lemá
sabactani?
Jesús fue crucificado un
viernes. El sábado es el Sabbat judío. Esta circunstancia obligaba a bajar el
cuerpo de Jesús antes de la caída de la noche, ya que el día judío comenzaba
por la noche, es decir, el sábado comenzaba a contar a partir del viernes por
la noche. Estaba prohibido, según las leyes judías, dejar colgado en la cruz a
un ajusticiado durante el sábado del Sabbat, por lo que Jesús solo pasó seis
horas en la cruz, y es sabido que un hombre puede durar varios días en esta
horrible condición.
Algunos deducen que el
verdadero objetivo de la crucifixión de Jesús no era la muerte inmediata,
también es sabido que al ajusticiado si se le baja a tiempo y se le trata
cuidadosamente, generalmente puede sobrevivir.
Otro dato a tener en cuenta
es que Pilato, persona que conocía por experiencia lo que tarda una persona en
morir en la cruz, se extrañó de que Jesús hubiera muerto cuando José de
Arimatea fue a verle y le pidió el cuerpo de Jesús, leemos en:
Marcos (15,44): Pilato se extrañó de que estuviera muerto.
Vayamos ahora a la famosa Síndone o Sudario de Turín, varios
expertos han llegado a la conclusión de que Jesús fue enterrado vivo. Las
veintiocho manchas de sangre del sudario avalan esta teoría. Resulta
científicamente imposible que un cadáver sangre. Es de ley natural que en un
cuerpo muerto no hay circulación sanguínea, esta se va retrayendo en las venas,
los capilares sanguíneos bajo la
superficie de la piel se vacían, apareciendo la palidez de la muerte en el
cuerpo.
Si había rastro de sangre es
debido a que el corazón seguía bombeando, aunque fuera levemente, por lo tanto
Jesús seguía con vida.
Una vez bajado de la cruz,
según se ve, con vida, se suceden una serie de acontecimientos que indican que
se le intentó curar.
Recordemos aquí la simpatía
de Pilato hacia Jesús al observarse que Jesús no fue entregado a sus enemigos,
si no a los que eran sus amigos como vemos en:
Evangelio de Juan
(19, 38-39): Después, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, a
escondidas por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el
cuerpo de Jesús, y Pilato se lo concedió. Fueron pues, y se los llevaron. Nicodemo
llevo una mezcla de mirra y aloe de unas cien libras.
Jesús
de llevado a la tumba de José de Arimatea, y esta no fue rellenada con tierra,
como es costumbre entre los judíos, si no que únicamente fue tapada con una
gran piedra. Se trataba de una tumba espaciosa en la cual había aire suficiente
para respirar.
Evangelio de Marcos
(15, 46-47; 16, 1-7): José de Arimatea compró una sábana, bajó el cuerpo, lo
envolvió, lo depositó en un sepulcro tallado en la roca e hizo rodar una piedra
para poder tapar la puerta del sepulcro. María Magdalena y María, miraban donde
lo ponían. Pasado el sábado, María Magdalena y Salomé compraron perfumes para
ir a ungirlo. A primeras horas de la mañana del domingo
llegaron al sepulcro a la salida del sol. Y se decían entre ellas: “¿Quién nos
retirará la piedra de la puerta del sepulcro?. Miraron y vieron que habían
retirado ya la piedra. Entraron entonces en el sepulcro y vieron a un joven
sentado a la derecha, vestido de blanco y se asustaron. Pero él les dijo: “No
tengáis miedo. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no
está aquí; ved el lugar en lo que lo pusieron. Pero id a decirles a sus discípulos
y a Pedro que os precede en Galilea; allá lo veréis tal y como os dijo”.
La
afirmación de que María Magdalena y Salomé entraron en el sepulcro indica las
dimensiones espaciosas de este.
Por
otra parte, existen indicios de que Jesús fue curado de sus heridas por
Nicodemo. Este le aplicó ungüento en las heridas, que se conoce desde entonces
como “el ungüento de Jesús” o también el “ungüento del profeta”, citado en
numerosos tratados médicos orientales, en muchos de los cuales también se
afirma que es el ungüento aplicado a las heridas de Jesús cuando fue bajado de
la cruz. Se puede ver en libro “Qanun, por Shaikh-ul-Rais Bu Ali Sina, vol III,
pag 133, conocido en occidente como Canon de Avicena).
También
hay que observar que Jesús una vez curado sale del sepulcro apartando la roca
que tapaba la entrada. Lo cual indica que de ahí salió un cuerpo físico, no un
ente espiritual o divino, por lo que no hubiera sido necesario desplazar la
roca.
Más
tarde y curado de sus heridas, Jesús precede a sus discípulos en el camino a
Galilea.
Continuará………………………
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