lunes, 18 de enero de 2016

ALHAZRED Y SU LIBRO MALDITO: EL NECRONOMICÓN.

Ha  llegado a mis manos un libro que hace mucho tiempo quería tener, ya que su conocimiento supera en maldad a todos los demás libros de la cristiandad, dicen que contiene una sabiduría secreta, un libro que la iglesia declaró maldito y ordenó que se quemaran todos los ejemplares allá por el año del Señor 1050 ya que se cree escrito por el propio Satanás.

Un libro oculto para ignorantes e incapaces de interpretarlo ya que se condenará a aquellos que hagan un mal uso de los secretos que contiene.  A aquellos se les quemaran los ojos con carbones ardientes,  se le coserán los labios con hilo de lino a quienes leyeran en voz altas las palabras que se contienen en este libro. Solo por aquellos que no tienen boca y que viven en las sombras entre las estrellas será comprendido.

En él viven criaturas del más allá, ciudades perdidas y otros lugares olvidados por la memoria de la humanidad, y, lo que es más siniestro todavía, el modo de convocar las almas de los muertos, haciéndolas volver a su barro mortal. Por todo ello, fue motivo suficiente para arrojar este libro a las profundidades del infierno.  Ese libro es el Necronomicón.

Pero yo quiero hablar de la vida de Abdul Alhazred, autor del libro y conocido como “el criado del devorador”.
No se conoce fecha de su nacimiento pero sí que lo hizo en Yemen, su muerte en el 738 a una avanzada edad.

Alhazred era fiel seguidor de Mahoma. Se cuenta que era hermoso, de notable piel blanca, ojos verdes y dotes poéticas, ya que se dice que cuando recitaba las palabras del Profeta, los pájaros dejaban de cantar.

El rey de Yemen, habiendo oído hablar de aquel niño prodigio lo hizo llamar, pronto quedó cautivado por su belleza y decidió quedarse con el muchacho y educarlo con los mismos maestros que a sus hijos.

Alhazred se crió en la corte como un príncipe y el rey como su segundo padre. Lo único que el monarca pedía era que compusiera poesías y cantara para él.

Cuando Abdul cumplió dieciocho años, se enamoró de una de las hijas del rey y tendría un hijo con ella. El descubrimiento el caso desató la furia del rey, que mandó estrangular al niño en cuanto nació y espetado en un asador delante de Alhazred obligándole a comer pedazos de carne de su hijo recién nacido.
Después fue castigado con la mutilación de miembro viril, nariz y orejas.

El rey encargó a nómadas del desierto que lo llevaran hasta las profundices
Roba el Khaliyeh, el Espacio Vacío, donde lo abandonaron sin agua para que muriera lentamente.
Vagó por el desierto durante no se sabe cuanto tiempo, teniendo como compañeros de día a los alacranes y aves carroñeras, y de noche, a los demonios de la noche.
Descubrió y se ocultó en cuevas bajo la superficie de la tierra.

Una vez abandonada toda esperanza, todo lo demás te abandonará, todo, salvo el miedo.
Retorciéndose de dolor, tendido sobre su vientre, se abrió ante él una nueva conciencia sobre una verdad, que los seres nocturnos que saltan, bullen y revolotean en las profundidades de la oscuridad solo existen para enseñarle. Arañas, escarabajos, serpientes, observó cómo estos seres se adaptaban a las profundidades, pronto adoptó de ellos a dormir de día y despertar de noche para alimentarse.

Decidió restaurar los miembros amputados de su rostro. Tapó su rostro para parecer una persona normal. En Giza, Egipto, aprendió un culto secreto de los sacerdotes paganos de devolver la vida a los cadáveres. En Caldea, aprendió astronomía. En Alejandría el conocimiento de lenguas olvidadas ya que conservaba la fuerza de su voz.

A partir de aquí comienza un viaje que transcurre desde el Espacio Vacío, por unos pasadizos de una ciudad sin nombre que está bajo Irem, por el Mar Rojo a Egipto, desde Alejandría hasta las llanuras de Babilonia hasta llegar por fin hasta la ciudad de Damasco. Un viaje duro y repleto de sabiduría ancestral.
Fórmulas místicas que revelan la forma de saltar montañas en fragmentos, pasar a través del fuego sin quemarse, producir ceguera y hablar con la muerte. Abundan los sellos mágicos y personajes místicos junto a encantamientos de palabras impronunciables y hasta la necromancia.




Allá donde iba lo tenía por un brujo maligno y lo evitaban. Durante su vejez en Damasco escribió esta obra, el Necromoticón en el 730.
Se dice que Alhazred murió a plena luz del día devorado por una bestia invisible delante de números testigos.


                                                              Después de saber esto, ¿te atreves a leerlo?

                                                                                                           Fiat Lux.






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