martes, 24 de febrero de 2015

EL MILAGRO DE PALOMARES



El accidente de Palomares tuvo lugar en esa localidad almeriense el 17 de enero de 1966 cuando colisionan un bombardero B-52 de Fuerza Aérea de los Estados Unidos que transportaba cuatro bombas termonucleares B28 de 1,5 megatones, setenta y cuatro veces más potentes que las que destruyeron la ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, y un avión cisterna KC-135 con sus depósitos llenos de queroseno inflamable, unos 110.000 litros de combustible.
En una delicada maniobra de aproximación, en un error de cálculo, ambos aparatos colisionaron a 30.000 pies sobre la costa del Mediterráneo mientras realizaban una operación de repostaje en pleno vuelo.


El accidente se produjo cuando estos aviones regresaban a su base en Carolina del Norte desde Turquía. Los dos aviones se desintegraron en el aire y cayeron envueltos en llamas. Los restos del fuselaje se esparcieron por tierra y por mar. Siete de los tripulantes resultaron muertos y cuatro lograron saltar en paracaídas.

Una de las bombas cayó en el lecho del río Almanzora, dos en mitad del casco urbano y una cuarta se precipitó al mar, su búsqueda se convirtió en una cuestión de Estado.


Dos de ellas quedaron intactas, una en tierra y otra en el mar. De las dos bombas restantes que cayeron cerca del pueblo explotó el detonante convencional que portaban para conseguir la primera reacción nuclear. Estas explosiones esparcieron unos 20 kilogramos de plutonio altamente radiactivo por los alrededores. Los tripulantes que lograron salvar la vida fueron rescatados se mostraron sorprendidos de que las bombas no hubiesen estallado. Tan pronto como se conoció el accidente, se formó un equipo militar de emergencia, que voló de Estados Unidos a España.

Este fue uno de los accidentes más graves de la historia y a la vez el más desconocido de todos.

Silencio y censura fueron las repuestas del gobierno a la población.

A la prensa no se le hizo mención alguna a las armas nucleares que llevaba el avión. Los campesinos de Palomares no estaban al tanto de los peligros que les acechaba. Pero con la llegada del ejército de emergencia y el cordón de seguridad sin precedentes hizo que los periodistas empezaran a atar cabos de que esas bombas estaban esparcidas por los campos de España.
Vecinos y curiosos se acercaron a ver el artefacto e incluso niños jugaron con la pasta del interior de la bomba.

En un desembarco sin precedentes 2.200 marines, 130 submarinistas, 34 buques de guerra, 5 minisubmarinos y 75 científicos con la última tecnología ultrasecreta tomaron tierra en aquel inhóspito lugar.

Los vecinos asombrados vieron como se levantaba una urbe improvisada a la que se llamó “Campamento Wilson”.

Se montó una pequeña ciudad compuesta por tiendas de campaña fue levantada a orillas del mediterráneo de la noche a la mañana.

De este campamento partieron más de 5.000 barriles con material contaminado hacia algún punto del Atlántico que aún no se ha desvelado.



Provistos de trajes y material químico de desinfección, los soldados apenas hablaron sobre el incidente con los vecinos de palomares. Su único objetivo era descontaminar el área afectada y encontrar la bomba perdida en el mar.



Durante varios días se retiraron 1.400 toneladas de tierra de cultivo y tomateras contaminadas. Miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se presentaron en las cercanías del pueblo equipados con trajes NBQ.
El Gobierno español de entonces no suministró protección de ninguna clase a los guardias civiles que participaron en la limpieza de la zona contaminada, protección que sí llevaba el personal estadounidense.



Se calcula que el 15% del plutonio que contenían las bombas, unos 3 kg, se volatizó y fue irrecuperable, por lo que permaneció esparcido en las inmediaciones del término municipal de Palomares, que aún ostenta el funesto honor de ser una de las áreas con mayor contaminación por radiactividad de Europa.

Pero lo único que inquietaba a la población era saber si la caída de las bombas, especialmente la que aún se encontraba bajo el mar había contaminado las aguas almerienses.
Para ello, el 8 de marzo el embajador de Estados Unidos y nuestro ministro de Información y Turismos, Manuel Fraga, se zambulleron en la playa en su famoso baño para demostrar que no había ningún riesgo para la salud. Esta se convirtió en la imagen del suceso.


Aunque siempre corrió el rumor por la zona de que Manuel Fraga no se baño en la playa de Quitapellejos como las imágenes indican. Los rumores dicen que corresponden a la playa de Mojácar, cuando ese mismo año inauguró el Parador de Turismo.

Finalmente, tras 80 días de búsqueda, los equipos de rescate hicieron caso a Francisco Simó Orts, un pescador de Águilas que el día de autos presenció el siniestro e indicó el lugar exacto. La bomba fue localizada por el minisubmarino a 869 metros de profundidad y a 5 millas de la costa almeriense.



A partir de ese momento el marinero se convirtió en un héroe y pasó a ser conocido como “Paco el de la bomba”, y es que, aunque todo el mundo recuerda la célebre foto de Fraga, Paco fue el auténtico protagonista, un humilde pescador que guió a la gran potencia norteamericana a su objetivo y que cuando todo pasó siguió faenando con su pequeño barco por una aguas que nunca volverían a ser las mismas.



No se realizaron estudios epidemiológicos sobre las enfermedades asociadas a la radiactividad y a la toxicidad química del plutonio, ni a nivel local ni entre los guardias civiles que participaron en la limpieza.
Ni la dictadura, ni los gobiernos democráticos habidos desde 1978, hicieron nada para esclarecer los hechos del gravísimo accidente nuclear de Palomares, a pesar de que, aproximadamente, el 29% de la población presentaba trazas de plutonio radiactivo en su organismo.
Desde entonces muchos vecinos aún siguen sometiéndose a pruebas y diversos análisis. Por la zona aún se encuentran esparcidos numerosos medidores de radiación aún en funcionamiento y también análisis medioambientales.

Según las autoridades, bañarse hoy en palomares no entraña ningún riesgo.
Pero curiosamente en Quitapellejos nadie se puede bañar. Lo indica un cartel de la Junta de Andalucía.



Esta operación “Flecha Rota” será de después de la de Vietnam la más cara de Estados Unidos hasta ese momento.  Aunque a diferencia de esta, ocurrió a espaldas del mundo, envuelta en un silencio que aún perdura.

                           (Dedicado a Juan Martinez Garcia)
                              

                               Fiat Lux.


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