Desde el comienzo de
los tiempos la humanidad a mirado a su alrededor haciendo preguntas que no
podía contestar: ¿por qué sale el sol? ¿quién nos ha creado? ¿Por qué algo es
bueno o es malo?. Cada cultura encontró sus propias explicaciones y a partir de
ellas creó mitos que no solo servían como respuesta, sino que les mostraba
quienes eran y como debían actuar. Nuestra cultura no ha sido diferente y
nuestros mitos, la manera en la que hoy entendemos el mundo tiene un origen muy
lejano…………
Hace miles de años, en
los albores de nuestra civilización, los antiguos griegos crearon innumerables
mitos y leyendas para dar sentido a aquello que sucedía a su alredor,
imaginaron hombres capaces de volar, dioses que manejaban a su antojo las
fuerzas de la naturaleza, titanes que con simples figuras de barro dieron vida
a los seres humanos.
Guerras tan crueles
como solo un dios podía imaginar, monstruos que asolaban la tierra, héroes
legendarios capaces de combatirlos y objetos donde era posible encerrar todos
los males que los humanos hubiera conocido.
Muchas de esas
historias se han perdido en el devenir de los tiempos, pero algunas de ellas
han llegado hasta nuestros días; historias que comienzan con el amanecer de los
tiempos, mucho antes del nacimiento de los primeros hombres, los dioses se hicieron con el control del
Universo entero, pero un planeta, aquel que después se conocería como la Tierra , se hizo especial
para ellos. Lucharon los inmortales por el control de sus cielos, sus mares y
sus tierras; y finalmente, fue Zeus, dios de dioses quien reinó sobre todos
ellos. Comenzó entonces una nueva Era, la era en la que fueron creados los
primeros hombres y fue voluntad de los dioses disponer a su antojo de las vidas
de aquellos seres imperfectos, así sus efímeras existencias se diluían poco a
poco hasta el desparecer en el devenir de los tiempos, pero no todos lo
mortales aceptaron que sus nombres fueran olvidados, algunos, trataron de
desafiar su destino, para que sus hazañas y su gloria fueran recordadas hasta
que el último hombre hubiera desaparecido.
Dioses
y titanes luchaban por el control del Universo, innumerables batallas se
sucedían en una guerra que parecía no tener fin, pero los Cíclopes y los
Gigantes desequilibraron la balanza uniéndose a los ejércitos de Zeus, con su
ayuda, el dios de dioses pudo desterrara a los titanes a los más profundo del
averno.
Pero
a pesar de su victoria, algunos titanes consiguieron escapar, y aunque la mayoría
se plegó rápidamente a su voluntad, un joven titán llamado Prometeo se atrevió
a desafiar su reinado.
Aquel día en que poderoso como sus antepasados,
decidió retar a Zeus no mediante la lucha, sino mediante la creación. Y a
partir del barro y con sus propias manos dio vida a unas nuevas criaturas a las
que llamó….seres humanos.
No tardó mucho Zeus encolerizarse con aquel que había sido capaz de
crear los seres más perfectos que los que él jamás pudo haber soñado. Para
apaciguar la furia del dios del Olimpo, el astuto titán compareció ante Zeus,
le prometió que sus criaturas le rendirían cortesía y le haría tributos
ofreciéndole la mejor parte de sus alimentos, y como muestra le brindó un
banquete, que sin embargo, resultó ser un nuevo desafío, pues lo que Prometeo
puso sobre la mesa de el dios no fueron sino huesos y restos inservibles, Zeus
cayó en el engaño y Prometeo se cobró la venganza por los titanes desafiando al
dios en su propio palacio. Pero para sorpresa de Prometeo, el señor del Olimpo
decidió castigar a los hombres en lugar de a él mismo quitándoles el fuego para
que volviesen de nuevo a las tinieblas.
Las criaturas de
Prometeo se plegarían ante su poder de una forma u otra, el dolor de ver a los
humanos viviendo entre las sombras hizo que Prometeo implorara clemencia a
Zeus, pero el dios se postró indiferente a sus súplicas, el titán sabía que su
arrogancia y su sed de venganza habían condenado a los hombres y por amor a
ellos decidió arriesgarlo todo.
Aquella misma noche,
Prometeo robó para la humanidad el fuego del Olimpo haciendo saber a Zeus de
una vez por todas que no estaba bajo su mando.
Ahora que había robado
la luz para aquellos a los que había creado y que con su astucia y valor había
engañado a Zeus, Prometeo se decidió a volver a casa. Allí encontró a su
hermano Epimeteo, a quien tanto había echado de menos,
La felicidad de Prometo
era completa, sus criaturas a salvo de la oscuridad podrían prosperar al margen
de los caprichos y los designios de los dioses, el fuego les permitiría crear
objetos con los que poder arar la tierra, construir hogares en los que pasar
los fríos inviernos y armas con las que poder defenderse de las bestias que les
amenazaban. Parecía que el propio Zeus había aceptado su derrota, liberando la
raza de los hombres y olvidando la afrenta a la que Prometeo le había sometido,
pensó entonces el titán que podía descansar satisfecho por todo lo que había
logrado. Pero se equivocaba, Zeus nunca
olvidaría a quien lo humilló en su propia morada, y esta vez su voluntad sería
implacable.
El titán comprendió al
instante que aquella criatura llamada Pandora, que había aparecido de pronto
para seducir a su hermano tenía que ser una trampa tendida por Zeus. Y para que
esta vez no fueran sus criaturas quienes pagaran sus pugnas con Zeus, construyó
una caja en la que encerró todos los males que podían afligir a la humanidad:
enfermedades, guerras, pobreza, dolor y muerte quedaría desterradas para
siempre.
Cuando lo hubo
conseguido trató de esconder la caja, pero no tubo tiempo de evitar que Pandora
descubriese su paradero, pues Hefesto, dios herrero fue enviado por Zeus para
acabar de una vez por todas con las provocaciones de Prometeo. Y aunque Epimeteo
salió en defensa de su hermano fue también abatido por la descomunal fuerza del
morador del Olimpo. Tan solo tuvo tiempo Prometeo de hacer jurar a su hermano
que nunca nadie abriese la caja, Epimeto se despidió con la promesa de que no
le fallaría, Prometo se encontraba finalmente ante su terrible destino.
Estaba apunto de
encontrase con la peor de sus torturas, sería una devorado una y otra vez,
durante toda la eternidad por el monstruo alado, pero había conseguido mantener
a salvo de todo mal a sus queridos seres humanos. Parecía que su objetivo
finalmente había sido alcanzado, pero se equivocaba.
Su hermano Epimeto
había sido incapaz de mantener a Pandora, aquella criatura que le tenía
cautivado, que abriera caja presa de la curiosidad liberando así todos los
males conocidos.
Prometo era encadenado
en la cumbre de una montaña, donde cada día un águila hambrienta le devoraba el
hígado, y como era inmortal, el órgano le crecía de nuevo para ser devorado
nuevamente. Prometeo condenado al dolor para toda la eternidad, la humanidad estaba siendo condenada al
sufrimiento, la enfermedad, la guerra y la muerte por la imprudencia de
Pandora. Todo aquello por lo que el titán había luchado se derrumbaba.
Pero Epimeteo aún sin
saberlo, pensando que había llegado demasiado tarde consiguió retener en la
caja algo de lo que su hermano había creado para la humanidad, algo que ni
siquiera Zeus podría arrebatarles, la Esperanza.
Y fue esa esperanza, la
que el titán amigo de los hombres lo que permitió a los seres humanos vivir
hasta hoy más allá del designio de los dioses.
Fiat Lux.
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