lunes, 24 de noviembre de 2014

EL SANATORIO DE TUBERCULOSOS DE SIERRA ESPUÑA.


En Alhama de Murcia, a los pies de Sierra Espuña, se decide construir a finales de 1.913 un sanatorio para mitigar los terribles efectos que producía la tuberculosis, una enfermedad prácticamente incurable a principios del siglo XX. Debido a lo contagioso de la enfermedad se decide aislarlos y además poder disfrutar de aire puro que ofrecía la montaña.



No fue hasta 1.934 cuando finalizó su construcción pasando a ser propiedad del Estado.
La estructura la forman tres alas de dos alturas y un sótano. Con los años se fueron añadiendo la casa del conserje, el depósito de cadáveres y los velatorios. De cara a la fachada principal típica de la época se levanta una escultura de Cristo.
El sanatorio contaba con 200 camas y 50 empleados. En la planta superior se ubicaban los enfermos más graves y contagiosos, los menos graves, en la planta baja y pudiendo disfrutar de paseos por la sierra y ser visitados por los familiares. Pero la mayoría acaba subiendo a la planta alta y muriendo tras una larga agonía.


Una vez a la semana subía en carro el sepulturero del Cementerio de Alhama a recoger los cadáveres para darles entierro. En invierno, prácticamente no había enlace entre el hospital y el resto de la población.

Años más tarde, en 1.943,  se produjo el descubrimiento de la estreptomicina. Era el primer antibiótico de la era de la quimioterapia que se usó contra la tuberculosis.
Con este fármaco la enfermedad dejó de ser mortal y permitió dar el alta a un gran número de pacientes, que fueron desalojando el sanatorio y otros trasladados a Albacete, los sanatorios dejaron de ser necesarios y a consecuencia el edificio fue clausurado.


En los años ochenta, el Gobierno Regional procedió a transformar el antiguo sanatorio en un albergue juvenil, pero la leyenda negra del lugar comenzó a correr como la pólvora.


Algunos jóvenes que pernoctaron en aquel lugar aseguraron haber escuchado lamentos y ruidos inexplicables, también aseguraron oir murmullos y llantos por las noches. Incluso alguien reveló que el espectro de una extraña dama, vestida de blanco, se paseaba por los corredores abandonados. De hecho, incluso existen peticiones de traslado de varios miembros del personal al cuidado del inmueble, como varios 
Otros testigos aseguraron haber visto en diferentes ocasiones a una mujer demacrada deambulando melancólicamente por los pasillos, asomándose a las ventanas y desapareciendo después.

También algunas personas que se alojaron allí dijeron haber escuchado ruidos y haber visto en alguna ocasión como se abrían y cerraban solas las puertas.


Un ex militar cuenta en su testimonio que, a mediados de los años 80, estando de maniobras hicieron noche en el preventorio. Ubicaron su cuartel de campaña en la primera planta, en la zona más antigua y, mientras uno de ellos quedó de guardia, el resto se dispuso a pasar una plácida noche. De pronto, los gritos de ¡Alto! del vigía despertaron a todos los soldados que atónitos, contemplaron como el soldado de guardia apuntaba a un ser etéreo de color verduzco con forma humana y femenina.
Presa del pánico, el soldado disparó una ráfaga con su fusil destrozando una ventana del pasillo y dejando impactos en la zona trasera que todavía hoy son visibles. Pero lo más espectacular es que todos los presentes pudieron ver como la trayectoria de las balas, seguidas por su trayectoria luminosa en la semioscuridad, atravesaron al ser etéreo que permaneció pasivo e inmóvil en todo momento.

Tras la confusión reinante, la figura se esfumó y todos los soldados salieron del edificio y no volvieron a entrar hasta bien entrada la mañana, junto con otros militares y la propia policía.

El sepulturero narró como los fallecidos eran sacados por la parte trasera creyéndolos muertos y llevados a un depósito construido a las afueras del recinto, y cuando el carretero conducía los cuerpos en los ataúdes para bajarlos al cementerio, algunos revivían  y comenzaban a golpear con fuerza la pata del ataúd, dando sustos de muerte al carretero.

La leyenda fue aumentado y en 1.995 se clausuró definitivamente el recinto.
En la actualidad, el sanatorio es muy frecuentado por parapsicólogos y se cuentan por decenas las supuestas psicofonías registradas.Cuentan la mayoría de los investigadores que han cubierto este sanatorio que la mayor parte de las veces la fenomenología paranormal sucede en la primera planta, y más concretamente en los pasillos que unen la parte reformada con la más antigua, que ha permanecido intacta desde su cierre, hace más de 45 años. Ambas zonas están separadas por una puerta, tras la cual se construyó un tabique para impedir el paso al sector más antiguo.
 Lo que nadie niega es que el edificio condensó durante décadas la agonía de tantas almas y tantas tristes historias que lo convirtieron en el vestíbulo del cementerio. Y quizá aún quedan entre sus paredes los ecos de aquellas tragedias.
                                                                                          ¿Alguien se atreve a una visita?

                                             Fiat Lux.

  

                                                                                   

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