Tras
su expulsión, Lucifer no estaba en condiciones de atacar a Dios directamente,
así que fijó un objetivo, sino podía ser Dios conseguiría su venganza
destruyendo su mejor creación y así plantar la semilla del Mal.
Juró
que reclamaría lo que era suyo y usurparía el puesto de Dios.
Pero
Lucifer no tenía prisa, vigiló con astucia los acontecimientos que se
desarrollaban, se sentó en su trono y espero el momento………
Y
este llegó; el de la creación humana.
La
primera guerra comenzó en el Jardín del Edén, Lucifer fijó allí su objetivo:
Adán y Eva.
Según
el Libro de Enoc, el nombre de Adán proviene de las iniciales de los cuatro
vientos principales: Anatole, Dysis, Arctos y Mesembria, porque su cuerpo fue
creado con polvo recogido de los cuatro puntos cardinales. Los ángeles Gabriel,
Miguel, Israfil y Azael vinieron, Su mano derecha tendida a través del mundo y
observaron como tomaba polvo, pequeño como un grano de arena, de toda la tierra
y una gota de agua, de todas las aguas del universo, y un poco de viento, de
todo el aire, y un poco de calor, de todo el fuego, y reunió estos cuatro elementos en un hueco de Su
mano, y así creó a Adán.
Dios
permitió que Adán y su esposa Eva comieran los frutos de todos los árboles del
Edén menos los del Arbol de la
Ciencia del Bien y del Mal, pues probarlos e inclusive tocarlos
implicaría la muerte.
Lucifer
bajó al Edén en forma de serpiente y espero a que Eva estuviera sola para
tentarla, ¿su modus operandi? Confundirla.
¿no
os ha prohibido que comáis cualquier fruto? Y ella respondió: “no, pero nos
advirtió bajo pena de muerte que nos abstengamos de comer del fruto del árbol que está en medio de este jardín”. La
serpiente exclamó: “!entonces, Dios os ha engañado! Su fruto no causa la
muerte; solo confiere sabiduría. Os mantiene en la ignorancia”. Y así fue como
convenció a Eva para que probase el fruto, y Adán hizo lo mismo.
Cuando
hubieron comido Adán y Eva se miraron, y comprendieron de pronto que estaban
desnudos, cogieron unas hojas de higuera y se hicieron unos delantales.
Oyeron
que Dios se paseaba por el jardín al atardecer y se escondieron entre los
árboles.
Dios
llamó, diciendo: “!Adán!” y luego: “Adán, ¿dónde estás?” Asomo Adán de su
escondite y dijo: “te he oído en el jardín y avergonzado porque estaba desnudo,
me escondí”. Dios preguntó: “¿Qué te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿es que
has comido del Arbol Prohibido?” Adán respondió: “Eva me dio el fruto del árbol
y lo comí”. Dios se volvió a Eva y dijo: “Ay de ti, mujer! ¿Qué has hecho?” Y
Eva, suspirando, contestó: “La serpiente me engañó”. Dios maldijo a la
serpiente: “Perderás tus piernas, te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el
polvo todo el tiempo de tu vida”.
Luego
maldijo a Eva: “Multiplicaré tus trabajos y tus penas. Parirás con dolor los
hijos y buscaras con ardor a tu marido, que te dominará”.
Su
siguiente maldición cayó sobre Adán: “Por haber escuchado a Eva antes que a Mí,
maldigo la tierra que habrás de labrar todos los días de tu vida, comiendo el
pan con el sudor tu frente, teniendo que arrancar espinas y abrojos. Y por fin
la muerte devolverá tu cuerpo al polvo del cual has sido formado”.
Como
los delantales de hojas de higuera eran demasiado frágiles para el trabajo
duro, Dios misericordioso dio a Adán y Eva túnicas de pieles. Los arrojó del
Edén y apostó en la puerta oriental un querubín llamadao“la Llama de las Espaldas
Remolientes” para impedir el paso.
Lucifer
reía, porque le había ganado la batalla ya poseía numerosos dones, entre ellos
sabiduría y un gran conocimiento de los secretos de la Creación ya que Dios lo
exaltó a la posición de virrey y elevado a la categoría de indiscutible durante
su creación.
A
partir de ese momento la
Creación sufrió un colapso manifestándose así el dualismo; el
Bien y el Mal.
Adán
y Eva fueron expulsados del Edén el primer viernes, el día en que ambos fueron
creados pecaron. En el primer sábado Adán rogó perdón a Dios. Cuando terminó
fue al Alto Guijón, el más caudaloso de los ríos, y allí hizo penitencia
durante siete semanas, metido en medio de la corriente con el agua hasta el
mentón.
Después
un Angel se apiadó de él y le enseñó a utilizar unas tenacillas para el fuego y
un martillo de herrero, así como a manejar los bueyes para arar.
Arrojados
del Edén, Adán y Eva descansaron en la orilla de un río y, aunque se alegraban
de haber evitado la muerte inmediata, cavilaban sobre su pérdida de
inmortalidad, preguntándose como podían asegurar la continuación de la
humanidad. Lucifer dándose cuenta de que a Adán le preocupaba ese problema,
proyectó una nueva venganza.
Él
y diez de sus ángeles escaparon del calabozo subterráneo y, asumiendo la
identidad de mujeres incomparablemente bellas, fueron a la orilla del río. Allí
saludaron a Adán y a Eva y éste le preguntó
incrédulo: “¿Ha engendrado la tierra verdaderamente criaturas tan incomparables
como estas, como os multiplicáis?”. Lucifer contestó con voz femenina: “Los hombre se acuestan amorosamente con
nosotras. Nuestros vientres se hinchan, parimos infantes, éstos llegan a la
madurez y hacen lo mismo que hemos hecho nosotras. Si no me crees te lo
demostraré”.
En ese momento, otros ángeles caídos disfrazados salieron del
lecho del río, y Lucifer dijo: “Estos son
nuestros maridos e hijos”. Todos hicieron cosas feas delante de los ojos de
Adán. Después dijo: “Haz esto con Eva,
pues sólo así puedes multiplicar tu raza”.
El
fuego del pecado comenzó a arder por las venas de Adán, pero se abstuvo de
realizar un acto vergonzoso públicamente a la luz del día, e imploró la guía de
Dios que envió un ángel que casó a Adán y a Eva y les ordenó que oraran durante
cuarenta días y cuarenta noches antes de unirse como marido y mujer.
Esta
vez Lucifer volvió a perder. Y a pesar de una resistencia frenética Lucifer y
los suyos fueron obligados a retirarse. De los cielos cayó otra vez el Príncipe
de las Tinieblas y con él sus ángeles perversos.
Un
gran ángel bajó del Cielo con la llave del Abismo lanzando y encadenado al
fondo a un buen número de ángeles caídos.
Pero
nada más lejos de la realidad, porque perversos emisarios del crepúsculo siguen
agazapados, esperando el momento preciso. Se ocultan del sol y aguardan a que
el hombre se despisten un solo segundo para volver a lanzar un nuevo ataque más
preciso y más letal.
Continuará………………
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