lunes, 2 de junio de 2014

¿CREES EN LOS ÁNGELES?

Sólo rezaba para volver a ver a mi familia, recé pidiendo una segunda oportunidad ya no podía más cerré los ojos



Un grupo de 19 terroristas secuestró 4 aviones comerciales y causó más de 3.200 víctimas mortales.


Uno de los aparatos, el vuelo 77 de American Airlines, cayó en el Pentágono y causó 184 fallecidos, de los que 59 iban en el interior del avión. Otros 40 murieron en Sanskeville, en Pensilvania, donde acabó el servicio número 93 de United. Los radicales habían puesto rumbo a la Casa Blanca o el Capitolio. La valentía de los viajeros propició que se estrellara de forma prematura en terreno deshabitado.

A los otros dos los dirigieron a Manhattan, con el objetivo de impactar en las Torres Gemelas, los rascacielos más altos de Estados Unidos y los que en su día lo fueron del mundo. Hicieron diana. En total, la cuenta de defunciones se ha cerrado en 2.977. Muchos de los cuerpos jamás se han podido recuperar. De otros sólo se han encontrado partes.

Genelle Guzman figura como una de las ocupantes de las Torres Gemelas, de 110 pisos cada una, aquella lúgubre fecha en la que Estados Unidos descubrió su vulnerabilidad en su propia casa. Era una de las 14.154 personas que estaba trabajando en el interior de los edificios uno y dos del World Trade Center cuando se produjo el ataque con dos aviones comerciales.

A Genelle le cogió en la planta 64 de la torre norte el instante del impacto del primer avión, el vuelo 11 de American Airlines, que despegó de Boston en ruta a California. El aparato iba a casi 700 kilómetros por hora en el momento en que colisionó, entre los pisos 93 y 98.
Genelle Guzman ha pasado a las crónicas como la última superviviente sacada de entre los escombros, enterrada en vida durante 27 horas.

“Cualquier movimiento me resultaba imposible, mi cuerpo estaba totalmente aterido por el dolor. Cerré los ojos, pensaba que estaba soñando. Me decía: ‘OK, cierro los ojos, los abro e intento levantarme’. Pero no pasaba nada. Me repetía: ‘Esto no está sucediendo, el edificio no se ha caído’. Cerraba los ojos, los abría, y todo seguía igual. Comprendí que era real, que las 110 plantas se habían derrumbado y yo ahí, nadie vendría a buscarme.
Sólo rezaba para volver a ver a mi familia, recé pidiendo una segunda oportunidad ya no podía más cerré los ojos y noté una presencia, apenas pude verle a causa del polvo, pero era un hombre y dije:
Hola, me llamo Genelle,¿estás atrapado como yo?
Hola, me llamo Paul y no, no estoy atrapado.
¿eres del equipo de rescate?
No, pero algo parecido, mi misión es estar aquí contigo hasta que venga el resto y vas a estar bien.

“Paul me dio ánimos hasta que empezamos a ir ruidos y un poco de claridad y Paul me dijo: Ahora grita, grita fuerte, con todas tus fuerzas.  Horas más tarde me desperté en el hospital, estaba viva”.


Genelle tras 27 horas fue sacada de los escombros, estuvo cinco semanas recuperándose en el hospital. Cuando se recuperó trató de localizar a Paul, el hombre que le sostuvo la mano hasta que fue rescatada, pero todo fue en vano, todos los equipos de rescate respondían lo mismo “no tenemos a nadie con ese nombre en nuestro equipo y nadie te sostenía la mano cuando te sacamos de los escombros”.
                                        

                                                 ¿Crees en los ángeles? Pues deberías. Fiat Lux.



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